Historia de la creación de estos símbolos

A comienzos del año 2002, la corporación municipal pensó que era el momento apropiado para adoptar un Escudo y Bandera para Salas Altas, ya que hubo que modificar el callejero, que había quedado desfasado y no atendía a las necesidades de la localidad.

La corporación municipal acordó por unanimidad iniciar el expediente para la adopción de dichos Escudo y Bandera, y encargó un informe a la Cátedra Emblemática “Barón de Valdeolivos” de Zaragoza, que realiza la asesoría científica y técnica de la legalización de escudos y banderas municipales.

Con fecha 16 de Julio de 2002 mantuvo una reunión de trabajo con los responsables de la Cátedra en la Institución Fernando el Católico en la que se presentó un boceto y los colores posibles. Al carecer Salas Altas de emblemas tradicionales propios, pues en sus sellos municipales utilizaba los sucesivos escudos estatales españoles, los emblemas propuestos son de nueva creación, y están basados en elementos significativos de su paisaje e historia que gocen del aprecio de su población.

En este sentido, es unánime la importancia concedida al viñedo, ligado desde antiguo a su población y principal fuente de riqueza en la actualidad; por ello se consideró oportuno proponer como mueble principal de las armas de Salas Altas una vid de oro, metal que simboliza la riqueza, la excelencia y la magnanimidad, con racimos morados, según corresponde a la producción local.

Para representar el enraizamiento de dicha producción –y, por lo tanto, del presente y futuro de la localidad- con su historia y sus tradiciones, se propuso situar la vid sobre una de las estelas discoidales ibéricas. Dicha pieza permite evocar, no sólo los orígenes históricos de la localidad, sino también el santuario de la Candelera, de cuya ornamentación forman parte actualmente.

Como esmalte de la estela se propone el plata, idealización del color de la piedra, pero evocador también de otro tipo de riqueza, la espiritual, frente al a material del oro, y alusivo al color de la azucena, como símbolo tradicional de la Virgen. Para el campo se propone el gules, tanto por razones de diseño heráldico (al ir las figuras de metal, el campo debía ir de color), como por referirse al color de la tierra y, sobre todo, recoger la combinación del oro y el gules propia del Señal Real, que remite a la primitiva condición de realengo de Salas Altas, mantenida hasta finales del siglo XIII; por la misma razón se recomendó el empleo de la corona abierta, pese a su posterior condición de señorío.

En cuanto a la bandera, combina los mismos elementos del escudo, de una forma apropiada a los emblemas vexílicos.