Salas Altas ha estado habitada desde la prehistoria y así lo evidencian la multitud de restos arqueológicos localizados en su término municipal.
Posiblemente los grupos que pintaban en los abrigos localizados en el cañón del río Vero y en sus barrancos aledaños, vivían en esta zona más amable en cuanto al relieve para ser habitada.
El final de la prehistoria vino marcado por la Edad de los Metales y los íberos que ya conocían la
escritura. Otros elementos culturales les caracterizan como la cerámica a torno, la moneda y los primeros asentamientos urbanizados. En Salas Altas se han localizado monedas de la ceca de Bolskan-Huesca (cabeza barbada mirando a la derecha en el anverso y un jinete con lanza y el nombre de la ciudad en inscripción ibera en el reverso) y restos cerámicos que se datan en el siglo I antes de Cristo.
La romanización tuvo un honda huella en esta zona destacando numerosos yacimientos arqueológicos correspondientes a villas agrícolas, destacando la del Plano. Los romanos construyeron allí gran una casa de campo que constaba de una parte noble en la que vivían los señores y una zona agrícola y de almacén. Cerámica terra sigillata, restos de dolia (tinajas), un trozo de un epígrafe en mármol, materiales constructivos, teselas bicromas y fragmentos de un pavimento, son algunos de los restos conservados. A este respecto, el dibujo arqueológico que acompaña este texto es de un cuenco de terra sigilata localizado en el yacimiento de la villa romana de El Plano.
Al igual que el cercano municipio romano de Barbotum (yacimiento de Monte Cillas, Coscojuela de Fantova) el cual estuvo habitado desde el siglo I antes de Cristo hasta el siglo V de la era, así debió ocurrir en la red de villas que se ubicaban en esta zona. Fue en el tardoimpero cuando caerían en decadencia y serían abandonadas.
La impronta romana fue barrida por la llegada de los visigodos de los que poco se sabe pero que sí tuvieron presencia en Salas Altas. Y tras estos, la zona pasó a estar bajo el dominio musulmán del que curiosamente, y a pesar de los muchos siglos de presencia en esta zona geográfica, no contamos más que con escasos restos arqueológicos pero sí mucha huella en la memoria popular con expresiones como "ser del tiempo de los moros" o "la cama del rey moro".
En un censal medieval se habla de Bernat de Mur, vecino de Barrio Al Mato. ¿Nos está remontado ese prefijo "al" a un más que posible asentamiento musulmán en lo que hoy como conocemos como Bariomato?
En 1.095, en un documento de la colección Diplomática del rey Pedro I, se nombra a la localidad como "Salas". Este rey fue responsable del actual aspecto de la Candelera al fortificar la torre para su uso en la reconquista de Barbastro (aunque casi con seguridad existió algún tipo de sitio fortificado muy anterior).
La Edad Media vino regida por un sistema feudal en el que Salas Altas fue vendido a nobles para terminar de nuevo en manos reales. Así ocurrió en 1.262 cuando Jaime I vendió Sala Altas a Ozenda Vacay. Cuatro años más tarde, Jaime II hizo lo mismo con Martín Ruiz de Foces y en 1312 a Pedro de Ayerbe. En 1314 a Salas se la conoce como Salas de Yuso y está bajo la propiedad de Violante de Grecia.
En 1430 Alfonso V de Aragón lo dona a Jimeno de Urrea y sus descendientes para finalmente en 1465 pasar a los Rebolledo y Palafox (Marqueses de Lazán desde 1688) y en cuya saga familiar permanecería durante varios siglos. No fue una relación fácil entre vecinos y señores ya que los primeros se sintieron abusados por las exigencias de estos.
Texto: Pili Lisa Subías